UN DÍA DE LLUVIA.
UN DÍA DE LLUVIA.
La mañana amaneció lluviosa, triste, que propendía a crear melancolía y revivir recuerdos, y más en estas jornadas pandémicas, con las calles por las que circulan, como "almas en pena", ciudadanos y ciudadanas con esa especie de escafandras que son las mascarillas (pero tan necesarias).
Por eso, tras asearme y un buen desayuno (mi café con leche y mis tostadas con aceite o con margarina, no pueden faltar, ni mis dos pastillas recetadas por el médico), me propuse no caer en la desesperanza y levantar el ánimo. Saludé a mis amigos por el ordenador, consulté la película del Oeste de la 13 tv; hoy, "Bala sin nombre", del gran Audie Murphy -y antes ponen "Arabesco"-...
Me alegró la mañana la llegada, bajo la lluvia, de un familiar que en tarea humanitaria de voluntariado, siguiendo las orientaciones de Sanidad, me trajo provisiones. Se tomó un buen y merecido desayuno, que le preparé con todo el cariño del mundo.
Después, el paseo de los mayores, en la franja 10-12h (esta vez más corto por la lluvia, por la zonas adyacentes a mi domicilio). Y pensando, mientras caminaba, en mi sentimiento por los bravos vendedores del Mercadillo benaluense, que hoy con la lluvia lo tenían muy difícil, pero... La vida es lucha y sacrificio
Preparé mis lecturas del día. Releeré a Landero, el gran escritor, y dos de sus novelas, "Absolución" y "El balcón en invierno" ¡Qué bien escribe! Yo, al lado de él, me siento empequeñecido. Ese detalle de las pequeñas cosas, como un orfebre de la palabra; con razón le han dado recientemente un prestigioso premio.
Encontré en mi biblioteca "La psicología del adolescente", de Pépin, y eso me trajo a colación mi libro en imprenta, "Escuela Padres", que espero esté en junio. El libro de Pépin lo tenía casi olvidado y en ese anaquel número 24, de mi mueble-biblioteca número 7, en la esquina derecha, escondido, el último volumen, ahí estaba, impertérrito, "La psicología..." Se inscribe dentro de esa línea metódica, cartesiana, de los escritores franceses; bueno, escritoras en este caso. Las relecturas son necesarias.
Yo leo por el método oceánico, que me enseñó mi adorado profesor Fernández Huerta y un libro lo devoro en poco tiempo.
Hoy, almuerzo-comida de pizza y un postre de tortel de cabello de ángel, regado todo con tinto de verano. Para la merienda, tengo que pensarlo.
La siesta y el western y al acabar este, las noticias de 13 tv.
Ya el sueño me irá venciendo y a esperar a mañana, en que se sabrá si Alicante entra en la fase 1. Todo está preparado y confío en que el doctor y el chaletiano se apiaden de este Lucentum un poco dejado de la mano de Dios pero, eso sí, mi bendita tierra de acogida.
Esto en Alicante, a 14 de mayo, de este un tanto malhadado 2020.
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